que fue alojado en el cuarto
contiguo al escritor uruguayo, amante del fútbol y fanático de Nacional.
Al despertar de su anestesia, Galeano vio inundados los pasillos del
hospital con hinchas de Peñarol con camisetas y banderas que esperaban
para saludar al jugador. El periodista Darwin Desbocatti relató por
radio que en ese momento el escritor gritó angustiado: “¡Estoy en el
infierno, estoy en el infierno!”. Al salir de la pesadilla, Galeano y el
futbolista intercambiaron libros: Galeano le regaló Los hijos de los
días y Pacheco, su autobiografía Simplemente Tony.
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